martes, 14 de julio de 2015

Yo no quería un perro.

Yo no quería un perro, juro que no lo quería, pero este weón me cagó con su ternura escondida detrás de sus pelos, es demasiado hugga bunch, popples o Twink Sprite, todos esos peluches  se me aparecieron cuando me miro directo a los ojos y me tomó mi sensible corazón.

Ese día hacia más frío que la chucha y no tenia  a nadie que me hiciera cucharita, era feriado del 1 de mayo 2013 y recién había cachado que anduve 3 preciados meses de verano con un saco de weas. No, no me rompió el corazón,  tampoco yo a él, pero puta que me dio rabia y malestar estomacal. En fin pa que voy a entrar a detallar una historia con un espécimen con cejas de gaviota.



Bueno, esa mañana fue así:  Yo tenia una caña del terror, sufría del dolor de cráneo, la nariz la tenia congelada, salía humo de mi boca del frío que hacia en la casa y cuando logré entrar en un descanso liviano para ir a la profundidad del descanso, suena ese alarmante celular que me hizo tener nuevamente el corazón en la mano y era mi hermano Pablo. No el espécimen.

Pijama, dolor de cabeza, frío, mi hermano en mi departamento que no conocía (3 años que vivo ahí) con un "bolsito de perro" con varias ridiculeces:  1. Manta de perro varonil 2. Polera de perro que decía FBI 3. Parka camuflada de perro 4. Colonia de perra 5. Shampoo y bálsamo de perro (lo único que rescaté)  y lo más importante, los papeles! papeles que acreditan que es un perro finísimo! de  $500.000. ¿Quién puede gastarse $500.000 en un perrito tan adorable!? esto es una aberración pienso y seguiré pensando, nadie puede gastarse $500.000 en un perro y después pensar en regalarlo, dejarlo ó que se yo. En fin, después de pensar en el negocio que podía hacer con el, lo deje en mi casa, despedi a mi hermano y nos quedamos mirándonos, el pegadito en una esquina de la casa, yo en una silla. Ringo me miraba con la carita para abajo y sus ojos para arriba y ahí supe que vino para quedarse, sí, para quedarse eternamente, hasta que la muerte nos separe y espero enterrarlo yo a él y que no sea al revés.  Ese día, yo tenia una caña del terror, sufría del dolor de mi precioso cráneo y ni siquiera podía dormir y la nariz la tenia helada y salía humo de mi boca del frío que hacia y cuando logre entrar en un descanso liviano para ir a una profundidad de descanso, suena ese alarmante celular que me hizo tener nuevamente el corazón en la mano y era mi hermano Pablo. No el espécimen.

P: ¿Hola, queris al Ringo?
Yo: Eeeh, mmm, nop, no lo quiero, ¿Por qué? 
P: Es que este weón mordió a un niño del barrio  en la oreja y dejó la cagá
Yo: Chucha, pero ¿qué pasó?
P: Eso poh, no puedo tener más a este weón lo voy a tener que ir a dejar por ahí.
Yo: Aah no poh, weon no seai penca, ven pa mi casa, conversamos y vemos que hacemos con el.




 Hno: No sé, dejarlo por ahí -Yo:  Aah no po, no puedes hacer eso vente pa acá, aquí conversamos.
Lo único que me acordaba de ese perro, es que, cuando llego a la casa de mi hermano, era uno de esos días de reunión familiar, todos celebraban con la máxima felicidad al cachorrito adorable que apenas abría sus ojos, nadie sabia como se iba a llamar, le dije a mi cuñada: Pónganle Ringo, no por Ringo Star, tiene cara de ringo (aunque va mutando con el pasar del tiempo) pero así quedo en ese momento. Desde esa primera vez que lo vi, no lo vi más, pasó  un año y el 1 de mayo día feriado por el día del trabajador entró un peludo a mi casa, con su cola agachada, bien encorvado, medio tímido, le traían hartas ridiculeces en una bolsa con todas sus "cosas de perro": una cama de perro, un chal, un shampoo y bálsamo Trapper, un par de juguetes, una colonia muy hedionda, un esperpento de polera, un cepillo de pelo para perros y unos papeles que daban evidencia que tenia vacunas al día. 

EL ringo se pegaba a la muralla y me miraba con miedo, se había mandado la media cagá, le mordío la oreja a un pendejo que seguramente le pego o lo agarro de la forma que no se le agarran a los perros, entonces sabia que lo podía retar, pero yo no lo iba a retar. No sabia que hacer con un perro, no sabia si quiera como hacerle cariño, hacia años que no tenia uno y ya ni me acordaba, me daba nervio, una cosa peluda que se movía.
Nos quedamos solos los dos, tratando de reconocernos, tratando de saber que pasaba de ahora en adelante, ¿me podía deshacer de él más adelante? era ahora ó nunca, pensé. 
Jamás lo iba a dejar, supe rápidamente, era demasiado tierno. 


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